En el panorama global de la creación musical argentina del siglo XX, Carlos Guastavino fue un compositor atípico. Personalidad artística sin precedentes, unió a su temperamento ermitaño, poco sociable y humilde, una música tonal de características considerablemente accesibles que, por fuera de las tendencias de vanguardia de su época, alcanzó tan amplia difusión que algunas de sus composiciones llegaron a “popularizarse”. Autor de obras de cámara y de repertorio para solistas –en base a textos de poetas como Rafael Alberti, Luis Cernuda, Gabriela Mistral, Atahualpa Yupanqui, León Benarós o Hamlet Lima Quintana– Guastavino fue uno de los pocos creadores argentinos cuyos aportes trascendieron las fronteras de su país.