Poetas con ataques de ansiedad en los pastizales de la pampa argentina, entre los tambores de un candomblé carioca, o en un congreso de la Moscú estalinista. Esas imágenes representarían bien algunos rasgos de esta historia multiforme que recorre dos siglos. Sin embargo, este libro tiene, como su autor, una mirada desde la periferia obligada de Posadas, en Misiones. Por eso las reflexiones de uno de sus protagonistas junto a un río provinciano y las conversaciones con hombres y mujeres que traen consigo recuerdos y huellas de tiempos y eventos lejanos, dan la cadencia al relato con las notas cálidas y enigmáticas de un mundo que, en lo profundo, nos alcanza a todos. De ese modo, los dialógicos amaneceres en un bote de remos, la sorprendente constatación de una logia masónica en el medio de la siesta tórrida del verano misionero, dos extraños asesinatos, o las meriendas con una madre con buenas dotes para la repostería, son la superficie de una extensa metáfora sobre la escritura y ciertas construcciones estéticas, cosmogónicas y amorosas que insisten a lo largo de las épocas que atraviesa esta novela.