Aisenberg no sólo construyó un cuerpo de obra y una carrera emblemáticas en el circuito del arte contemporáneo, sino que también resultó una visionaria en términos de educación: formó varias generaciones de artistas con un método propio desde la educación no formal, demostrando que los efectos no dependen de un título académico ni un certificado institucional sino de un camino que el artista tiene que recorrer. Ella inventó un método para ese recorrido, MDA, que implica no sólo una metología para construir, sino una concepción del artista y el arte.